23 mar 2010

PASUCA, EL TIEMPO DE LA ACCION DEL RESUCITADO

Las personas que entran en contacto con El no pueden evitar la fuerza de atracción por Jesús. Un Jesús que se la pasó haciendo el Bien, que predicó la Justicia del Reino de Dios y que hizo cercano a un Dios Salvador. Así, la invitación es a dejarse “tocar” por Jesús, un Jesús Resucitado que nos ha dejado el Espíritu para que alimentemos nuestra vida cristiana.

Dejarse tocar de Jesús, es sinónimo de tener una experiencia de Dios. Y para ello lo primero que se requiere es que estemos a la escucha de su voluntad: lo que El quiere para cada uno. Esta es, pues, la mejor preparación para permitir que la acción de Jesús permee más profundamente en nuestras vidas. Para poder escuchar debemos remover mucho ruido y obstáculo que tenemos y ponemos en nuestro interior. Es preciso hacer una limpieza a fondo de nuestro corazón para prepararlo de forma especial a escuchar la palabra del Señor para nuestras vidas.

San Ignacio llamaba a esta limpieza quitar las “afecciones desordenadas” de nuestra existencia. Pensemos en nuestros apegos, en nuestros odios enconchados en el corazón, en la incapacidad de poner las necesidades de otros por encima de nuestros intereses, en nuestra tacañería para amar y querer a los que tenemos a nuestro alrededor, en la imposibilidad de dar de lo nuestro en solidaridad para los que no tienen nada. Y esto no es fácil, pues hacemos muchas resistencias y preferimos justificarnos para evitar dejarlas. Una de esas resistencias son las maniobras racionales que hacemos ante todo, con una falsa razón terminamos aplastando un sentimiento de solidaridad que nace en nuestro corazón. Las famosas racionalizaciones nos hacen mucho daño y somos presos continuamente de ellas. De otra parte, están las pasiones que nos enceguecen, que no nos dejan ver clara la realidad, muchas de ellas requieren que tengamos hasta ayuda profesional para removerlas; en este sentido un buen acompañamiento espiritual y aún psicológico puede ayudarnos mucho a liberarnos. ¡Dejemos de ser esclavos y seamos libres!

Celebrar la Resurrección tiene que pasar por la celebración de la Pascua, y si ella de veras pasa por nuestra vida, debe tener unas repercusiones muy fuertes, visibles y que sirvan de testimonio de esa presencia del Señor vivo. ¿Quieres celebrar, entonces la Pascua? Muy sencillo, dale espacio para que esa acción del Resucitado tenga posibilidades de transformación en tu vida.


Si quiere vivir la Pascua del Señor Resucitado, deje que El actúe, deje sus pasiones y racionalizaciones y entréguese a una nueva vida.



Luis Felipe Gómez Restrepo S.J

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